La empresa de automoción Citroën debe su existencia a André Citroën, uno de esos industriales con singular genio y talento que fascina a los estudiosos de la historia automovilística.
En 1913 funda la Sociedad de Engranajes Citroën. Los dientes de los engranajes en forma de chevrones por él ideados, de funcionamiento suave, silencioso y eficaz, se convirtieron desde el principio en el emblema de la marca y continúan siendo hoy, aunque un poco más estilizados, el símbolo de Citroën.
Desde el comienzo de su brillante carrera, André Citroën revolucionó todos los métodos de producción, publicidad y ventas europeos, inspirándose en el ejemplo americano.